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Jueves, 6 de enero 2022

EPIFANÍA DEL SEÑOR

PRIMERA LECTURA

Is 60, 1-6

¡LEVÁNTATE y resplandece, Jerusalén,

porque llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Las tinieblas cubren la tierra,

la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor

y su gloria se verá sobre ti.

Caminarán los pueblos a tu luz,

los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira:

todos esos se han reunido, vienen hacia ti;

llegan tus hijos desde lejos,

a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás y estarás radiante;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

porque la opulencia del mar se vuelca sobre ti,

y a ti llegan las riquezas de los pueblos.

Te cubrirá una multitud de camellos,

dromedarios de Madián y de Efá.

Todos los de Saba llegan trayendo oro e incienso,

y proclaman las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Sal 71, 1bc-2. 7-8. 10-11. 12-13 (R: cf. 11)

R

Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

V

Dios mío, confía tu juicio al rey,

tu justicia al hijo de reyes,

para que rija a tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud. R

V

En sus días florezca la justicia

y la paz hasta que falte la luna;

domine de mar a mar,

del Gran Río al confín de la tierra. R

V

Los reyes de Tarsis y de las islas

le paguen tributo.

Los reyes de Saba y de Arabia

le ofrezcan sus dones;

póstrense ante él todos los reyes,

y sírvanle todos los pueblos. R

V

Él librará al pobre que clamaba,

al afligido que no tenía protector;

él se apiadará del pobre y del indigente,

y salvará la vida de los pobres. R

SEGUNDA LECTURA

Ef 3, 2-3a. 5-6

HERMANOS:

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.

Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio.