En este episodio se explora la histórica tensión entre educación y ejército dentro de la construcción del Estado moderno, mostrando cómo el poder militar se consolidó como símbolo de soberanía mientras la educación emergió como fuerza socializadora y cohesionadora. A nivel global, el contraste se refleja en los presupuestos: el gasto militar y educativo compiten como prioridades nacionales. Costa Rica destaca al abolir su ejército y apostar por la educación, evidenciando que la paz puede sostenerse desde las aulas. Sin embargo, en muchos países ambas instituciones se complementan: el ejército funciona como base del poder soberano y también como ruta formativa para jóvenes en contextos vulnerables. El episodio recuerda además que la educación puede ser víctima de la fuerza militar, como ocurrió con los pueblos originarios, pero también un espacio de resistencia y movilidad social. En conjunto, plantea que la relación entre ejército y educación no es dicotómica, sino una intersección compleja donde cada sociedad define el tipo de soberanía que desea construir.