Por qué sigo haciendo el idiota. Si la idiota es ella. Y la que acaba llorando siempre soy yo.
Una puta foto y me destroza. Un mensaje y me desordena. Una contestación y me ilusiona.
Silenciada. Oculta. Eliminada. Desaparecida de mi vida y de mi cabeza y de mi corazón. Pero eso es algo que no lo decido yo. El corazón siempre fue por libre en esta locura que desde el minuto uno no tuvo, tiene, ni tendrá pies ni cabeza.
Tan solo mil y un sentimientos absurdos e idiotas que deben de parar y aceptar por fin la realidad. No es no y encima este no, lleva la coletilla de nunca jamas.
Al igual que yo nunca quise que empezara esta historia. Ahora soy yo la que me siento incapaz de acabarla. Antes de que ella acabe conmigo. Que poquito le queda ya.
La normalidad se le escapa, le queda grande. La normalidad es un traje que nunca le sento bien. A mi me gusta vivir cosas locas, improvisada, dejarle a la vida que me sorprenda y me deje cara de idiota…