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En nuestro quehacer diario, siempre nos preocupamos por todos los aspectos que pueden impactar en la inocuidad de los alimentos que fabricamos o que preparamos. Nos mantenemos atentos a los controles higiénicos, a las buenas prácticas de manufactura, la higiene personal de nuestro equipo de trabajo y la contención de todo vector de contaminación que pueda alterar nuestros productos.

No obstante, hay dos aspectos que pueden pasar desapercibidos, o bien, que son vistos como molestos o como un gasto, pero que, sin embargo, son muy importantes tanto para la prevención de la contaminación cruzada, como en el correcto desempeño de los procesos.

Nos referimos al mantenimiento y la limpieza que, en esta ocasión, son los temas que abordaremos en este nuevo capítulo de la norma 251 y buscaremos resaltar el impacto positivo que tienen en la inocuidad de los alimentos.