La vida de un desarrollador de bienes raíces nunca está exenta de desafíos. Quizás el dilema más apremiante al que se enfrentan es cómo financiar su próxima inversión o proyecto de construcción.
Hay mucho en juego personal: el éxito o el fracaso de un proyecto puede significar la diferencia entre la riqueza y la bancarrota. Los promotores inmobiliarios también tienen que lidiar con las fluctuaciones del mercado, lo que puede dificultar la determinación de cuándo y cuánto invertir.
Para complicar aún más las cosas, las leyes de zonificación y otras reglamentaciones pueden cambiar repentinamente, lo que dificulta un plan de desarrollo que ya se ha implementado. Todos estos factores deben ser considerados antes de comenzar cualquier proyecto nuevo.