El propósito eterno de Dios ha sido el de bendecirnos. Así como gratuitamente nos ofreció la gracia y de la mano con la gracia el perdón de pecados y la salvación eterna, las bendiciones son para sus hijos. Debemos apropiarnos de esas bendiciones, siempre.
Escuche este tema en las transmisiones diarias de Vida Familiar con Fernando Alexis Jiménez
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