Pongámoslo en los siguientes términos hipotéticos. Por muchos años he vivido a mi manera, haciendo las cosas como creo que debería, sumido en la mundanalidad, en desafuero sexual, inmerso en las drogas y el alcohol. Entonces, cuando me hablan de Dios, inmediatamente rechazo la conversación. No quiero que nada ni nadie interrumpan mi actual estilo de vida mundanal. Desde esa perspectiva, mi problema es Dios. Pero, si camino de Su mano, disfrutando de Su Gracia que me permite avanza, Él no es mi problema, sino mi Padre celestial. Alguien maravilloso y de mucha significación en mi existencia.
Escuche este tema en el Programa “Vida Familiar” con Fernando Alexis Jiménez. ¡Una voz de fe y esperanza para la familia!
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