Durante todo el proceso de conquista y colonización que sufrió el continente americano la música constituyó una constante en el proceso de aculturación y dominación. El adoctrinamiento de los indígenas y su imposición en la lectura musical e interpretación de instrumentos europeos les hicieron jugar el papel forzoso de mediadores culturales. “De ellos esperaban los curas que comunicaran y controlaran la formación religiosa de los demás indígenas, así como los propios indígenas los vieron como sus intercesores ante el nuevo dios”.
Así, llegan hasta nosotros varios villancicos con melodía europea cantados en mapuche, aymará, o guaraní a la vez que Stabat Mater y Pasiones que no están escritos en latín, sino en chiquitano o en moxo, verdaderas lenguas francas regionales, recordemos que muchos sacerdotes no eran españoles, por lo que la comunicación con sus fieles debía ser indefectiblemente hecha en la lengua local.
Hoy, escucharemos de esos llamados villancicos americanos uno con letra en nahualt el Xicochi conentzintle que traduce Duerme mi pequeño niño de Gaspar Fernándes, interpretado por el conjunto vocal de música antigua Ars Nova.