El cuerpo es tu templo (si no lo es deberías empezar a cuestionártelo), es el vehículo que te enviaron para hacer este magnífico viaje que se llama vida. Valóralo como tal, cuídalo y escúchalo. Escucha el mensaje que intenta darte. No lo anestesies con pastillas, alcohol, cigarrillo, u otras drogas. Ámalo y abraza tu proceso, y a partir de ahí, acciona.