Todos nosotros tenemos algo que nos ha sido concedido desde nuestra concepción y que es importante tenerlo en cuenta: nuestro libre albedrío. Y así como lo tenemos nosotros, también lo tienen nuestros seres queridos, y por ende, debemos respetarlo. Respeta el camino y la etapa de los demás. Ellos tienen su ritmo, y nosotros el nuestro. Y eso está bien. Es parte de la tolerancia y la empatía que debemos tener.