Almorzar trabajó como velador del Cementerio Municipal de Salt, Jalisco. Cumplió con sus labores durante 30 años ininterrumpidos hasta que su cuerpo ya no dio de más y se retiró. Previamente sirvió para el Ejército mexicano, llegando a ser teniente, pero lo terminaron sacando de sus funciones por una lesión que lo incapacitó en su mano izquierda. Entre sus muchas anécdotas que contaba con mucha pasión, estaba aquella que quedó documentada en el archivo de investigación del detective Pedro, una que causó revuelo entre propios y extraños por lo inusual e inquietante de su naturaleza.