Ese mismo día, por la mañana, cuando Alejandro iba caminando rumbo a la avenida para tomar el camión que lo llevaría a la estación del metro Flaco y de ahí transbordar en Chabacano para ir a su trabajo en Pino Suárez. Le llamó bastante la atención encontrarse con un niño bien desorientado, no solo como si estuviera perdido, sino de a tiro desubicado de su realidad, como si no conociera nada de lo que veía en ese momento.
Un Nuevo caso perturbadoramente ridículo que NO sucedió JAMÁS