Hace 22 años largos hacía fila en un centro comercial del norte de Bogotá para poder ver una de mis películas favoritas. De esas que le vuelan la cabeza a uno, a todos. De esas que representan un antes y un después, al menos para la industria del cine.
Hace 20 años estaba en el colegio, vísperas de despedir a mi mamá para lo que sería un antes y un después para nosotros, para ella, para el mundo.
Queriendo o sin querer, hemos sido testigos de muchos cambios. Así lo recordé, en medio de una pandemia que parece no tener fin y que poco a poco vamos normalizando, volviéndose en paisaje de nuestras vidas. Antes de la pandemia de Sheila, antes de recordar su fortaleza, hago un intermedio y comparto algo mío, para ustedes.
Tanta violencia aquí y allá. Tantas reflexiones necesarias, tanto tiempo ha pasado y yo volteo a ver y realmente pareciera solo haber pasado hace unos días. Paz en la tumba de todas y todos quienes han muerto de forma injusta y violenta alrededor del planeta.
Ma, hay un antes y un después, pero solo para amarte y admirarte más por la decisión más difícil que tuviste que tomar.
