ALEJÉMONOS DE TODO PECADO SEXUAL
Las relaciones sexuales antes del matrimonio y la infidelidad matrimonial son prácticas comunes y son consideradas normales por la sociedad actual. Por eso, muchas canciones populares de amor y muchas historias de amor en el cine y en la televisión, promueven abiertamente estas prácticas inmorales. Con esta aprobación de la sociedad, cada vez más, tanto hombres como mujeres, mantienen relaciones sexuales con sus parejas antes del matrimonio, o aventuras amorosas por fuera de su matrimonio, con alguien que también tiene un cónyuge. Mantienen estas prácticas sin ninguna clase de temor al eterno Creador. En esta práctica inmoral y pecaminosa, también caen algunos seguidores de Cristo, quienes, por complacer a las pasiones desenfrenadas de su carne, mantienen relaciones prohibidas, y se apartan de la voluntad de Dios, esto lo afirma el apóstol Pablo: “La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual. 1 Tesalonicenses 4:3 NTV.
La voluntad de Dios para sus hijos: es la santificación. Santificar significa apartar para uso divino. Desde el momento de su conversión a Cristo, todos los creyentes han sido separados del mundo para el servicio del Señor. Como separados del mundo, los cristianos deben caminar a su perfecta santificación, apartándose de toda clase de pecados. Si la voluntad de Dios es la santidad, el cristiano debe alejarse de toda forma de pecado para no manchar la santidad que Dios le dio, por eso el apóstol Pablo a través de estas palabras, llama la atención a todos los cristianos para que se aparten de todo pecado, y en especial del pecado sexual. La voluntad de Dios es que los cristianos solteros se aparten de la fornicación y los casados se aparten del adulterio.
Dios no nos ha llamado sobre la base de inmundicia moral, sino en relación con vidas de santificación y pureza. Nos ha llamado de una ciénaga de degradación y ha comenzado en nosotros un proceso de por vida dispuesto para transformarnos más y más a Su semejanza. Por eso como seguidores de Cristo, debemos anhelar la santidad de nuestros cuerpos y de todo nuestro ser, debemos atender la exhortación de Pablo y apartarnos de toda inmoralidad sexual. Recordemos que detrás de la voluntad de Dios están su sabiduría y su amor. Por eso, su voluntad siempre será agradable y perfecta para nuestra vida. Por último, la sexualidad es un maravilloso regalo que Dios nos ha dado, Él sabe cómo gozaremos de este regalo maravilloso en su plenitud, por eso debemos valorar ese regalo y practicarla de la forma que Dios la ha establecido en Su Palabra. La sociedad humana podrá ver con agrado la inmoralidad sexual, pero delante de Dios es un pecado grave. No nos dejemos llevar por nuestras pasiones desenfrenadas, pues si lo hacemos, nos separaremos de la voluntad de Dios y esto nos traerá un severo castigo y la condenación para nuestra vida.