LO IMPORTANTE ES PREDICAR
Uno de los sentimientos que afecta la relación entre hermanos dentro del cuerpo de Cristo son los celos. Cuando se genera este sentimiento entre los líderes de una congregación, el servicio a Dios se tergiversa, pues el servicio ministerial ya no se lo hace con amor y reverencia a Dios, sino por rivalidad y el profundo deseo de sobresalir por encima de los otros siervos y líderes ministeriales, tratando de esa manera ganarse la admiración del resto de la congregación. Cuando existe celos y rivalidades en nuestro corazón, nuestras intenciones de predicar el evangelio y servir a Cristo no son puras, sino egoístas. Esto nos da a conocer el apóstol Pablo: “Los otros no tienen intenciones puras cuando predican de Cristo. Lo hacen con ambición egoísta, no con sinceridad sino con el propósito de que las cadenas me resulten más dolorosas. Pero eso no importa; sean falsas o genuinas sus intenciones, el mensaje acerca de Cristo se predica de todas maneras, de modo que me gozo. Y seguiré gozándome.” Filipenses 1:17-18 NTV.
Algunos cristianos que habían estado en Roma antes de que el apóstol Pablo llegara, se habían puesto celosos de los dones espirituales del apóstol y de toda la atención especial que recibía por parte de otros creyentes. Movidos por los celos y los deseos de recibir las mismas atenciones que el apóstol, habían empezado a proclamar el evangelio de Cristo por toda Roma. Pese a que los deseos de este grupo de cristianos no eran puros ni sinceros, sino egoístas, el evangelio de Dios se estaba predicando como era el anhelo del apóstol Pablo. Cuando el apóstol se enteró de la labor de este grupo de cristianos no se afligió, sino que se alegró, pese a los problemas que le podían llegar a causar, ya que la prédica del evangelio en la ciudad de Roma no estaba totalmente permitida, y justamente por esa causa se encontraba encarcelado.
El apóstol se regocijó por la prédica del evangelio, ya que este grupo de cristianos no eran falsos maestros, sino que solo estaban siendo movidos por los celos y la envidia. Aunque los sentimientos no eran correctos, lo importante era que todas las personas de Roma puedan alcanzar la salvación y la vida eterna. En la actualidad existen un sinfín de denominaciones cristianas, algunas de ellas comparten el evangelio con propósitos puros y sinceros de servir a Dios, mientras que otras lo hacen con ambiciones y con el propósito de sobresalir por encima del resto de las denominaciones. No importa las razones que muevan a las denominaciones a compartir el evangelio, lo importante es que se predique la palabra de Dios. Por eso, si se está predicando el evangelio de Cristo sin ninguna clase de tergiversaciones, no hay razones para que nos opongamos, en su lugar debemos alentarlos para que sigan adelante con esa noble tarea, pese a que no sean parte de nuestras denominaciones.