NO BUSQUEMOS LA ADMIRACIÓN.
En esta era digitalizada, la información recorre el mundo en un abrir y cerrar de ojos, gracias a esto, es posible ver en las distintas redes sociales existentes, un centenar de publicaciones sobre las acciones filantrópicas que están realizando las personas, fundaciones, iglesias y organizaciones públicas y privadas. Algunas de estas publicaciones son para darse a conocer al mundo y el trabajo y la labor que están llevando adelante en beneficio de las personas más necesitadas. Pero hay otra clase de publicaciones que son realizadas para buscar la fama y la admiración de las personas. Cristo Jesús está en contra de las personas que hacen acciones filantrópicas y las publican para buscar la admiración de los demás: “Si alguno de ustedes ayuda a los pobres, no se ponga a publicarlo en las sinagogas ni en los lugares por donde pasa la gente; eso lo hacen los hipócritas, que quieren que la gente los alabe. Les aseguro que ese es el único premio que ustedes recibirán.” Mateo 6:2 TLA.
Jesús advierte que hay una manera incorrecta de mostrar misericordia hacia los pobres y necesitados de la sociedad. Esta manera incorrecta es, ayudar solo para alcanzar la admiración de otros. Los fariseos daban limosnas a los pobres en el instante que muchas personas estaban cerca de ellos, para que los vean y les admiren por su generosidad, a veces no conformes con que solo algunas personas vieran su generosidad, se paraban en medio de la ciudad y los anunciaban para que más personas los admiraran, e incluso los publicaban en las sinagogas. En sí, ayudar a los pobres y necesitados no es malo ya que es una ordenanza que Dios estableció al pueblo escogido en la época del Antiguo Testamento y esta ordenanza fue ratificada por Cristo Jesús a sus seguidores. Ayudar a los necesitados es deber de todos los seguidores de Cristo, lo malo es brindar esa ayuda con un corazón incorrecto. El propósito de ayudar a los pobres no debe ser la búsqueda de la admiración, sino la de reflejar el amor y la misericordia de Dios por todos.
En el momento que tengamos la oportunidad de ayudar a los pobres y necesitados de nuestro entorno, no lo hagamos para que las personas piensen lo generoso, lo piadoso, ni lo religioso que somos. Tampoco publiquemos nuestras acciones buenas que hacemos en favor de los necesitados para alcanzar la fama o la admiración de otros. Más bien sigilosamente brindemos toda nuestra ayuda a los más necesitados, esperando que nadie se entere de nuestra filantropía, sino que el Señor sea honrado y glorificado a través de nuestras acciones generosas en favor de los pobres.