La psicología nos enseña que las dos perdidas muy grandes del hombre son la muerte de un ser querido y la infidelidad que termina en divorcio. En estas experiencias se nos arranca la felicidad de un golpe. La luz del sol ya no puede iluminar nuestros ojos ni su calor que pueda experimentarse, y las noches son más oscuras de lo normal. Las estrellas que guiaban nuestras vidas y le daban sentido se caen del cielo y quedamos sin fuerza interior, se aprende a sobrevivir, es como andar por el mundo sin rumbo fijo, perdidos. En una situación así, “verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad.” El libro del apocalipsis nos anticipa la realidad futura diciendo: Y la nueva Jerusalén “no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina y su lampara es el Cordero” (Ap 21: 23). El sacrificio de Jesús en la cruz, el cordero degollado iluminará las realidades sin vida y oscuras con su luz y expulsará de ellas a todos los poderes destructores.