Los cairns, esas humildes acumulaciones de piedras apiladas, tienen algo de testimonio eterno y mudo. Nacen de una intención profundamente humana: señalar, recordar, orientar. Pero en su aparente sencillez, esconden una paradoja melancólica y poética. Aunque su origen se asocia con rutas y pasos de montaña, no son solo guías para el viajero; también pueden ser epitafios de tumbas invisibles, monumentos improvisados para los que nunca recibieron un adiós formal. Estos pequeños montículos, erigidos a menudo en soledad y sin palabras, hablan de ausencias que no siempre son evidentes, de muertes que no tuvieron ceremonia o, peor aún, que nadie reconoció.
Por: Fabián C. Barrio
Link original: https://www.youtube.com/watch?v=wxIEVf1tRTY
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