La imagen corporal suele ser un tema delicado para casi todas las personas. En una sociedad de culto al cuerpo, resulta difícil sentirse cómodo con nuestro aspecto, lo que puede llevar a problemas de alimentación, autoexigencia, autoestima o dismorfia en los casos más graves e inseguridades y complejos en los más leves.
Como respuesta a unos cánones de belleza casi inalcanzables y muchas veces alejados de lo saludable, han aparecido movimientos que destacan el componente subjetivo de la belleza o que reclaman que todos somos hermosos. ¿Es una buena estrategia? ¿Es no asumir la realidad social? ¿Qué podemos hacer a nivel individual para que no nos afecte tanto la presión de los medios y redes? En este capítulo reflexiono sobre todo esto y planteo preguntas, y espero, doy algunas respuestas.