Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.
Romanos 12:11 (NVI)
Nada, ni nadie es más digno de nuestra diligencia y servicio que el Señor Jesucristo. Todos hemos sido llamados a seguirle,, a vivir en misión y a compartir el Evangelio.