El estado de trance te ayuda a ser más consciente de tu forma de pensar y de tu sistema de creencias y valores, dándote la posibilidad de superar las creencias limitadoras y ampliar tu mapa mental. Como decía Lao Tze, cuando cambias tu mente, cambia tu realidad.
Las creencias son representaciones mentales que una persona tiene acerca de sí misma y del mundo que le rodea. Se forman y modifican a lo largo de la vida y son el resultado de una combinación de nuestra experiencia, educación, cultura y valores. Pueden ser conscientes o inconscientes. Influyen de manera significativa en cómo percibimos, interpretamos y respondemos a la realidad, por lo que algunas facilitan la expresión del potencial latente y otras, en cambio, lo limitan.
La creencia es subjetiva, se expresa como una convicción o una idea que se tiene acerca de algo, que se considera como verdadera o válida, aunque no siempre esté basada en evidencia o pruebas concretas. Pueden ser de naturaleza diversa, abarcando desde creencias religiosas o políticas, hasta creencias sobre uno mismo, de cómo funciona la realidad, de cómo es el mundo o la vida.
Algunas creencias están profundamente arraigadas en el inconsciente y dan forma a la visión general que tenemos de nosotros mismos y el mundo. Generan marcos conceptuales amplios que influyen en la forma en que estructuramos nuestro pensamiento y nuestra experiencia. Se conocen como creencias centrales o conceptuales, y tienden a ser estables y duraderas. Entre ellas se incluyen algunas creencias culturales y sociales (por ejemplo, la creencia medieval de que la Tierra es plana, o la visión cartesiana del mundo).
Las que afectan a nuestra realidad diaria son las creencias personales: sobre la autoimagen, o las propias capacidades o posibilidades (la influencia inconsciente de los mandatos paternos). También están las creencias sobre la naturaleza de la realidad (espirituales o trascendentales), y de la comprensión del significado y propósito de la vida.
Las más importante en el proceso de evolución personal son las creencias
limitadoras, ligadas a traumas del pasado, y a los condicionamientos familiares y culturales. En cierto modo, son aprendizajes defensivos y adaptativos que tienden a generar la profecía autocumplida. Ejemplos de creencias limitadoras: “es muy difícil cambiar”, “la vida es un asco y no vale la pena buscarle el sentido”, “nunca tengo suerte”, “no se puede confiar en nadie”, “sólo existe lo que demuestra la ciencia”.
La toma de conciencia es el primer paso para evaluar y cuestionar su validez y utilidad. A través de la introspección y del trance, podemos examinar nuestras creencias y considerar si están alineadas con nuestros valores y objetivos personales. La flexibilidad mental es la actitud que nos ayuda a abrirnos, de esta forma podemos comprendernos mejor, ampliar nuestro mapa y crear nuestra realidad.