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Si algo representa un umbral de cambio en la percepción de la realidad, es el fenómeno conocido como sincronicidad, ya que nos abre a un nueva dimensión del universo. La sincronicidad es algo común en la experiencia humana, es cuando el mundo interior subjetivo coincide con una acontecimiento en el mundo exterior
objetivo. Por ejemplo, cuando tienes un problema y te aparece una solución, o cuando estás pensando en alguien y te llama. Aunque parezcan casualidades o cuestión de suerte, las probabilidades estadísticas son muy bajas y, sobre todo, el significado y su correspondiente impacto emocional es muy importante. Este tipo de experiencias representan el contacto de la conciencia con lo trascendente. Son evidencias de que existe “algo más”.

Este fenómeno fue descrito por Jung, que lo definió como coincidencias significativas acausales que supuestamente reflejan pautas arquetípicas subyacentes, no sólo en la psique humana, sino también en el mundo físico en su conjunto. También fue objeto de estudio por Einstein y Wolfgang Pauli, ya que presenta paralelismos con ciertos descubrimientos de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica.

Según Pauli, el fenómeno de entrelazamiento cuántico, en el cual el estado de una partícula está directamente relacionado con el estado de la otra, sin importar la distancia entre ellas, podría explicar los eventos sincrónicos, que parecen estar conectados por un significado o un patrón, aunque no haya una relación causal evidente.

La sincronicidad representa un umbral entre los dos mundos, descritos en tradiciones antiguas, incluida la Grecia clásica. Uno de ellos es el mundo visible de las formas, del espacio-tiempo, en que opera la ley de causa y efecto; el otro es el mundo invisible, sin forma, ni tiempo, el mundo de los mitos y de los sueños, en que todo está conectado de forma sincrónica. Desde la perspectiva psicológica corresponden al mundo exterior objetivo y al mundo interior subjetivo.

La sincronicidad puede ejercer un efecto profundo sobre la psique humana, puesto que choca con la concepción que tenemos de la realidad del tiempo y el espacio, va más allá de nuestras defensas intelectuales y rompe nuestra fe en el carácter tangible de las superficies y de la naturaleza. En las experiencias de sincronicidad es como si, de repente, el caos aleatorio de la vida deja entrever un orden más profundo.