El pentecostalismo es uno de los fenómenos religiosos de más rápido crecimiento en el mundo, un movimiento conocido por su énfasis en la experiencia directa y poderosa del Espíritu Santo. Pero, ¿y si te dijera que el marco teológico que impulsó este movimiento fue diseñado por un teólogo que nunca se identificó como pentecostal? Ese hombre fue Reuben Archer Torrey. Mucho antes de que el Avivamiento de la Calle Azusa de 1906 diera a luz al pentecostalismo moderno, Torrey ya estaba sentando las bases, primero en su folleto The Baptism with the Holy Spirit (1895) y luego en su influyente obra sistemática Lo que la Biblia Enseña, publicada en 1898.
El sistema de Torrey se puede resumir en cuatro proposiciones claras y directas que cambiaron la forma en que los creyentes entendían su relación con el Espíritu Santo.
Para Torrey, el bautismo en el Espíritu Santo no era una suposición abstracta o una doctrina pasiva, sino una experiencia concreta y reconocible para el creyente. Esta idea fue revolucionaria porque transformó una creencia teológica en una búsqueda activa. Ya no se trataba de asumir que se tenía el Espíritu, sino de buscar una experiencia consciente y discernible que confirmara su poder en la vida de una persona.
"El bautismo con el Espíritu Santo es una experiencia definida de la que uno puede y debe saber si la ha recibido o no." — R. A. Torrey, Lo que la Biblia Enseña
Torrey enseñó que recibir el bautismo en el Espíritu Santo era una experiencia "distinta, subsecuente y adicional" a la regeneración (el momento de la salvación). La distinción era clave: la regeneración salva el alma, mientras que el bautismo capacita para el servicio. Esta separación creó la expectativa de una "segunda bendición", una experiencia post-conversión que se volvió central en la teología pentecostal, motivando a los creyentes a buscar un nivel más profundo de empoderamiento espiritual después de haber sido salvos.
"El bautismo con el Espíritu Santo es una operación del Espíritu Santo distinta de y subsecuente y adicional a Su obra regeneradora. En la regeneración hay una impartición de vida... en el bautismo con el Espíritu Santo hay una impartición de poder y el que la recibe está capacitado para el servicio." — R. A. Torrey, Lo que la Biblia Enseña
Torrey asoció esta experiencia con la recepción de poder y dones espirituales específicos para el ministerio. Aquí yace un matiz crucial que lo diferencia del pentecostalismo posterior. Mientras que los pentecostales identificarían el hablar en lenguas como "la evidencia inicial" del bautismo, Torrey veía una diversidad de dones. Para él, el Espíritu Santo equipaba a los creyentes con dones como la sabiduría, la fe, las sanidades y otros, todos destinados a edificar la iglesia.
"El Bautismo con el Espíritu Santo imparte 'poder' para el servicio... Este poder se manifiesta de diferentes maneras... dependiendo de los dones otorgados por el Espíritu Santo, como se ve en 1 Corintios 12:4-13, donde se mencionan diversidades de dones, como la palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, dones de sanidades..." — R. A. Torrey, Lo que la Biblia Enseña
Quizás la idea más impactante de Torrey fue su insistencia en que el bautismo en el Espíritu no fue un evento exclusivo para la iglesia apostólica del primer siglo. Argumentó que era una promesa vigente y accesible para cada creyente, en cualquier momento de la historia. Esta enseñanza abrió la puerta para que los cristianos modernos buscaran activamente esta experiencia, creando el "clima teológico" perfecto para los avivamientos que estaban a punto de estallar.
"La promesa del Bautismo con el Espíritu Santo es para 'vosotros, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare' (Hechos 2:39)... Es para todo hijo de Dios en toda era de la historia de la Iglesia." -R. A. Torrey, Lo que la Biblia Enseña