El Evangelio de Jesucristo: Un Mensaje de Adoración, Confesión, Acción de Gracias y Súplica (ACAS)
El plan de Dios se centra en el evangelio de Jesucristo, que implica la creación, redención y glorificación. La obra de Jesús nos llama a la confesión de nuestro pecado, a la gratitud por su sacrificio y a la súplica por nuestras necesidades, que Él suple a través de Su Espíritu. Por lo tanto, el evangelio es intrínsecamente un mensaje de adoración, confesión, acción de gracias y súplica (ACAS).
- Adoración: "El mensaje del evangelio es un mensaje de adoración, confesión, acción de gracias y súplica." La confesión requiere adoración para tener sentido.
- Confesión: Reconocimiento de ser pecadores. Nuestro pecado es "realmente malo, horrible, espantoso."
- Acción de Gracias: Gratitud por el sacrificio de Jesús que nos perdona y nos invita a la comunión con Dios. La acción de gracias necesita confesión.
- Súplica: Reconocimiento de que todavía tenemos necesidades que Jesús suple a través de Su Espíritu, preparándonos para una vida celestial. La acción de gracias necesita súplica.
Se presenta una estructura sencilla y clara para comunicar el evangelio: "Dios, hombre, Cristo, respuesta".
- Dios: "Dios es nuestro creador. Le debemos todo. Es un padre lleno de amor, es santo, odia el pecado, lo juzgará." No necesita nada de nosotros, es el origen de toda bondad, belleza y verdad.
- Hombre: "Fuimos creados en la imagen de Dios para amarlo y servirlo, pero no lo hacemos. Somos caídos; necesitamos Su perdón." El hombre es pecador, desviado de Dios, haciendo ídolos de lo creado.
- Cristo: "Fue enviado para redimirnos. Vivió la vida perfecta, murió una muerte sustitutiva, resucitó victorioso, reina en el cielo y algún día regresará para juzgar." Él es el sustituto perfecto, dispuesto a perdonar y dar el Espíritu.
- Respuesta: "Tenemos que creer esa verdad, nacer de nuevo por el Espíritu Santo y unirnos al pueblo del Espíritu en la iglesia local hasta que Cristo regrese, y permanecer para siempre." Implica darle la espalda a nuestras viejas vidas y seguir a Jesús.
La clave para compartir el evangelio de manera efectiva radica en la integración de la espiritualidad personal con la vida diaria. Si la imaginación de una persona ha sido "capturada por la historia bíblica" a través de la meditación y la oración bíblica (ACAS), entonces comunicar el evangelio se vuelve una extensión natural de lo que ya se está viviendo y meditando.
- Conexión con la Vida Cotidiana: Es posible "conectar a cualquier quebrantamiento" o "a cualquier belleza" en la vida diaria con el mensaje del evangelio. Ejemplos incluyen el sufrimiento (el mundo no fue hecho para ser quebrantado), el mal que hacemos (hechos para llevar la imagen de Dios), y la bondad/belleza (Dios es su originador).
- Ejemplo de Pablo en Hechos 17: Se cita como un modelo de cómo encontrar "puntos de contacto en su cultura con la bondad, la verdad y la belleza del mundo" para señalar a Dios y la necesidad de Cristo.
Aunque la proclamación del evangelio a menudo es reactiva, la práctica intencional del "evangelismo proactivo" o "evangelismo entre desconocidos" es también una disciplina espiritual valiosa.
- Siembra de la Semilla: Dios puede obrar a través de la simple siembra del mensaje del evangelio, incluso si los resultados no son inmediatos o visibles. "El Espíritu puede hacer que esa semilla eche raíces y dé fruto 20 años después."
- Formación Espiritual Personal: El evangelismo proactivo no solo busca la conversión de otros, sino que "le está formando, le está moldeando en la disciplina espiritual." Practicar ser embajador del Reino de los Cielos fortalece la comunión con Dios y ayuda a recordar quiénes somos realmente en Cristo.
- Preparación para el Rechazo: Esta práctica nos entrena para "ser negado, rehusado, y rechazado en este mundo," lo cual es una parte esperable de seguir a Cristo en un mundo caído. El rechazo, lejos de ser un fracaso, se convierte en un medio de santificación.