Este discurso profundiza en el concepto de la satisfacción genuina, contrastando la visión secular y consumista con la perspectiva bíblica. Se argumenta que la sociedad actual busca una satisfacción efímera basada en el bienestar personal y la ausencia de sufrimiento, lo que lleva a comunidades frágiles y a una iglesia que a menudo imita un modelo de oferta y demanda. En contraste, la verdadera satisfacción cristiana surge de la fidelidad a los propósitos divinos, el servicio desinteresado, y la participación en la obra de Dios, incluso en medio del sufrimiento. Se ejemplifica esta idea con el carácter de Dios en la creación y la redención, y con la vida del apóstol Pablo y otros héroes de la fe, quienes hallaron gozo en el cumplimiento de su llamado divino a pesar de las adversidades. El mensaje concluye que el éxito bíblico se mide por la obediencia y la aprobación divina, no por resultados mundanos, fomentando una iglesia resiliente y arraigada en el gozo del Espíritu Santo.
1. Introducción y Contexto de la Enseñanza
La enseñanza se sitúa en el marco de la Escuela Bíblica Dominical, donde se ha estado discutiendo el "sentido de pertenencia en la iglesia" a lo largo del mes. Temas previos incluyeron la comunión, el compromiso y la fidelidad. En esta sesión, el enfoque principal es la "satisfacción".
El pasaje bíblico central que guía la reflexión es Hechos 20:24: "Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios." Esta escritura subraya la idea de completar la misión con alegría, no priorizando la propia vida sobre el propósito divino.
El orador describe el mundo contemporáneo como uno de la "era digital", donde todos están "conectados digitalmente pero socialmente aislado". A pesar del "globalismo", hay una "soledad paradójicamente" y una "necesidad inherente en el ser humano" de ser sociable y sentirse parte de una "familia, un hogar, una comunidad, una iglesia".
Se critica la sociedad actual por ser "capitalista, globalista, consumista", ofreciendo "soluciones" superficiales y efímeras. La cultura pone prioridad en el "bienestar psicológico" y la "autorrealización", buscando "eliminar la palabra sufrimiento". Sin embargo, estas soluciones son "insostenibles y muy superficiales".
Un punto crítico de la enseñanza es cómo la cultura consumista ha permeado incluso a las iglesias y congregaciones. Muchas han adoptado un modelo donde ven a los miembros como "clientes", a quienes hay que "atenderlo bien porque el cliente siempre tiene la razón".
El éxito en estos modelos se mide por la "calidad de los bienes y servicios religiosos" ofrecidos, tales como:
El orador advierte que este enfoque crea "comunidades frágiles de consumidores espirituales" que "pagan dan sus diezmos sus ofrendas por lo que estoy consumiendo". Cuando surgen dificultades, el sermón no agrada o el show musical no es bueno, "abandonamos este grupo y buscamos más bien otro que nos ofrece lo que esta dejó de ofrecerme o que pues satisfaga mis gustos".
El orador contrasta el modelo consumista con la visión bíblica de la iglesia: