Se enfatiza la importancia del sentido de pertenencia y la unidad en la iglesia. Comienza dando la bienvenida a los asistentes, destacando la necesidad de congregarse regularmente y participar activamente. El orador explica la doctrina de la iglesia, sus principios fundamentales—como la creencia en Jesucristo como Dios, el bautismo en su nombre y la importancia del Espíritu Santo—así como su organización y la expectativa de que los miembros apoyen económicamente a la congregación. Además, se centra en la idea de tener “el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús”, promoviendo la humildad, el servicio mutuo y la superación de las diferencias personales.