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Martes 10 de Marzo, 2020

LA MANO SANADORA

En los versículos anteriores estudiamos la descripción del varón que se presenta a Daniel y su parecido con el que da la revelación a Juan en el Libro del Apocalipsis.  Compartí contigo mi convicción que este personaje no puede ser otro que Yeshúa (Jesús).

En los siguientes versículos de Daniel 10, el paralelismo continúa, no solo con la experiencia de Juan, sino con la de otro apóstol, Pablo.

Hoy me enfocaré en los versículos 7 al 10.  Empecemos con

Dan 10:7

Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.

De entrada, da la impresión de tratarse de algún tipo de visión en estado de trance. "Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo".  Pareciera que nadie más tendría acceso a ese privilegio puesto que los hombres que ahí estaban no lo vieron.  Sin embargo, inmediatamente después agrega "sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron".  Aquí tengo que preguntar: ¿Si no vieron nada, por qué el temor, por qué correr a esconderse?  La respuesta nos la da Lucas en

Hechos 9:3 — Hechos 9:7

3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;

4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

5 El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.

Saulo también tuvo un encuentro con el varón de Daniel 10, la experiencia es muy similar, excepto que aquí se identifica como "Yo soy Jesús, a quien tú persigues".