Este es un sermón basado en la conocida parábola de El rico y Lázaro (Lc 16:19-31), en el que se muestra que Dios no ve lo que ven los hombres, que la justificación no es algo que se mida por la cantidad de bienestar que se posea o no, sino por un corazón entregado al Señor y que nuestra mayor recompensa es la vida que recibimos por medio de Cristo.
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