Estamos destituidos de la gloria de Dios, y lo que pende sobre nosotros es la sentencia del pecado, que dice, todo aquel que pecare morirá. Parece que no nos percatamos de eso. Y necesitamos a ese hombre que nos done su vestido limpio,blanco, inmaculado, para que efectivamente podamos presentarnos delante de la presencia de Dios impolutos y entonces poder ingresar.a esas bodas.
Basado en: Hebreos 7: 20-28 / Hno. Tomás Téllez