La silla de cuarto suele ser el lugar en el que descansa todo lo que no tenemos tiempo de arreglar o solucionar, lleva tanto de nosotros, podría decirse que nos conoce a la perfección. ¡Si hablara! Escucharíamos cosas que nos sorprenderían. Pero allí está calladita y dispuesta a cargar con todo lo que le depositemos encima.