(...) El eco de tus risas se hará sabores en tu boca: a veces vinagre, a veces aceite, a veces azúcar y, a veces, sal. Ríe, o la libertad se enquistará en los trasteros de tu paladar. En sus huecos, rincones, claroscuros, esconderás sabores, temblores, dudas, rencores, abrazos, desamores, llantos, ilusiones, tirares de toalla y las huellas de tu caminar. Tu boca te dará la vida o te la quitará. No saborees sólo lo que se puede masticar, saborea las palabras. Saboréalas. Que tu aliento hecho expresión sea tu arma, tu ataque, tu defensa, tu pensar, tus pies en el suelo. Que tus silencios suden palabras sin que tu boca llegue a hablar. Hablar sabe bien, escuchar es el sabor. No hay uno sin otro. Tus labios besarán los cielos, Besarás a la madre vida y la abuela tierra te besará. Cuando beses, besa sin pensar. Si decides no besar, no lo hagas. Que no pase mucho tiempo sino tus labios olvidarán que son boca. Saborearás la vida de los demás al hacerse tu boca dos. Tu aliento violará otra alma y la tuya se dejara violar. Vuestros alientos chocarán en sus abrires y en sus cerrares. Las palabras flotaran mudas. Saborearás en el espejo de tus labios viajes al país de Nunca Jamás, y nunca jamás será igual, nunca. Saborearás los sabores de la sabiduría sólo si entiendes que en fallar está crecer y que triunfar es un accidente. (...) Hovik Keuchkerian - Alina.