Plataformas digitales como las de transporte, pagos, alquileres, o franquicias rompen con la lógica convencional dentro del mercado laboral generando un impacto hacia el autoempleo y una economía informalmente organizada. Este tipo de sistemas escapan a las regulaciones estatales tradicionales por su descentralización y agilidad para adaptarse a nuevos ecosistemas y transnacionalización. Nace un nuevo paradigma de accesibilidad que postula el uso por sobre la posesión de objetos y bienes.
Bajo este nuevo escenario, en el teatro del drama laboral se empieza a conocer que el malo de la obra era la desorganización y no tanto la resistida informalidad. Pareciera que la “changa” informal pero bien organizada por medio del uso de tecnologías, puede ser una opción viable y elegida por la fuerza trabajadora; y otra vez, los intermediarios que no generan valor, ¿son quienes quedan expuestos?