En psiquiatría, la adicción se define como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro caracterizada por la búsqueda compulsiva de una sustancia o la realización de una actividad, a pesar de las consecuencias negativas. La adicción implica una pérdida de control sobre el uso de la sustancia o comportamiento adictivo y una dependencia tanto física como psicológica.
Desde el punto de vista de la neurociencia, la adicción comienza con la alteración del sistema de recompensa del cerebro. El consumo de sustancias adictivas o la participación en actividades adictivas provoca una liberación masiva de dopamina en el núcleo accumbens, generando una intensa sensación de euforia y placer. Con el tiempo, el cerebro se adapta a estos niveles elevados de dopamina a través de un proceso llamado tolerancia, lo que significa que se necesitan dosis mayores de la sustancia o más tiempo en la actividad para lograr el mismo efecto. Esto reduce la capacidad de las actividades cotidianas para generar placer, centrando el interés de la persona exclusivamente en la fuente de su adicción.
Además, la adicción afecta la corteza prefrontal, responsable de funciones ejecutivas como la toma de decisiones y el control de impulsos. La disfunción en esta área disminuye la capacidad para evaluar las consecuencias de las acciones y resistir los impulsos, perpetuando el ciclo adictivo. También se producen cambios en el sistema de memoria y aprendizaje, especialmente en el hipocampo y la amígdala, que fortalecen las asociaciones entre la sustancia o actividad adictiva y las señales ambientales o emocionales, creando respuestas condicionadas y desencadenando deseos intensos o antojos incluso después de períodos de abstinencia.
Y para ti, ¿qué es la adicción?