La madurez parece aburrida pero no es así, nunca he visto una persona inmadura alcanzar sus metas y entregar resultados efectivos ni constantes. La madurez nos regala seguridad, autoconfianza, el cumplimiento de las cosas que queremos, una vida más estable y una de las cosas más importantes: creer en tu propia palabra. Dejar de ser esta persona que navega por la vida en función a sus emociones o a las cosas que le sucedan, y ser esta persona que va con una mayor dirección, con más estabilidad y con una idea clara de las cosas que quiere para sí. Hay que tomar en cuenta que siempre que existe una persona inmadura hay una persona madura pagando sus consecuencias.