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En este episodio hablamos de ese momento en el que todo en ti quiere responder… pero eliges no hacerlo.

El autocontrol no es debilidad, es una forma de fortaleza que casi nadie ve, pero que marca la diferencia en tu vida personal y profesional.
Te comparto una experiencia difícil, lo que aprendí de ella, y cómo empezar a desarrollar este músculo interno sin caer en la represión ni en el silencio forzado.

Porque no todo merece una reacción.
Y cuando aprendes a elegir tus batallas, ganas más paz, más credibilidad y más libertad.

Hola. ¿Eres de las personas que se defienden atacando?

El autocontrol es uno de los trabajos internos más importantes del crecimiento personal. No solo porque exige mucho a nivel emocional, sino porque también es de las cosas más satisfactorias.
Darte cuenta de que alguien puede decir cualquier cosa de ti y ya no te aplasta el botón… eso es libertad.

Ya no estás sufriendo por no haber reaccionado “como debiste”, ni pasando dos días pensando cómo deberías haber respondido.
A eso le llamo vivir en un mundo paralelo, donde repasamos mentalmente lo que pasó, buscando la mejor reacción posible… cuando en realidad ya pasó.

Tener autocontrol no solo implica no explotar.
Hay temas que, por sí solos, nos duelen, aunque la otra persona no haya tenido mala intención. Por eso, el autocontrol también es autocuidado.

Y es todavía más necesario cuando trabajas en equipo o vives en familia. La familia se ama por pacto, no por contrato.
Pero en lo profesional, muchas veces lo más sabio es guardar silencio, incluso cuando sentimos que deberíamos aclarar algo.

Una vez escuché que, cuando murió la reina Isabel II, los príncipes William y Kate mantuvieron una sonrisa firme, aun en medio del caos mediático. Autocontrol absoluto.
En contraste, Harry y Meghan hablaron públicamente, y ese simple hecho les cerró puertas.
Quizás en el momento tenían razón, pero a largo plazo, esas puertas se quedaron cerradas.
A veces, el precio de abrir la boca es más alto de lo que parece.

En lo personal, una vez trabajé en un equipo donde el CEO no me aceptó desde el principio.
Me recargaba de trabajo sin razón. Intenté comunicarme con él de forma clara y profesional, pero él respondió acusándome de conflictiva, con copia a otros.
Yo abrí la boca para defenderme, y fue un error.
No me sacaron del equipo, él renunció después, pero aprendí que hubiera sido mejor actuar con más prudencia.

El autocontrol no es solo callar. También es forzarte a hacer lo que sabes que debes hacer, aunque no quieras.
Como salir de tu zona de confort para hablar con alguien, o tomar una acción pequeña, pero valiente.

No se trata de controlarte en todos los contextos al mismo tiempo.
Tal vez aprendas primero a controlarte en el trabajo, luego con tu familia.
Todo es un proceso, y es poco a poco.

Algunos consejos prácticos:

El verdadero autocontrol no se nota. No es contener la respiración para que el otro vea que te estás controlando.
Es que el otro ni siquiera note que había algo que te podía afectar.
Eso es verdadera fortaleza.

Y al final, tú eres el arquitecto o arquitecta de tu propio destino.
Tú decides a qué te disciplinas, qué luchas quieres dar y qué vida quieres construir.

No importa tu edad ni tu contexto actual.
Tienes la hermosa oportunidad de escoger tu vida.
Eso, por sí solo, ya es un regalo.

Nos vemos la próxima.