Jesús es la fuente de agua viva, que representa la vida espiritual y el sustento que proviene de una relación con Él.
En Juan 4:14, Jesús dice que el agua que Él da no hace que la gente tenga sed de nuevo, sino que se convierte en un manantial de vida eterna.
En Juan 7:37, Jesús dice que los que crean en Él tendrán ríos de agua viva corriendo de su interior.
