Debemos orar para tener la fortaleza de perdonar a los que nos agravian, y debemos despojarnos de los sentimientos de enojo, rencor o venganza. Debemos asimismo buscar lo bueno en los demás, en vez de centrarnos en sus defectos y exagerar sus debilidades. Dios será el juez de las acciones dañinas de los demás.