Nunca pensé que encontraría el infierno en un lugar lleno de estatuas de cera.
Cuando acepté el trabajo como guardia nocturno en el Museo de Cera de la Ciudad de México, pensé que sería fácil: rondas cada hora, revisiones básicas, y la comodidad de un edificio cerrado durante toda la noche. Me atraía la paga, claro. Nadie quiere trabajar en el turno nocturno, así que el salario era mucho mejor. Y yo necesitaba el dinero. https://patreon.com/LEYENDASURBANASOFICIAL?utm_medium=unknown&utm_source=join_link&utm_campaign=creatorshare_creator&utm_content=copyLink