Avanzar y triunfar no son permisos para el orgullo
Hay una disciplina en el atletismo que podríamos decir que esta a la mitad entre caminar y correr, se trata de la marcha. La idea con la marcha es caminar lo más rápido posible sin llegar a correr, entonces no vas corriendo pero tampoco caminando, vas marchando.
Es una disciplina no tan llamativa como las de velocidad, pero es sumamente interesante, las reglas se han ido modificando con el paso de los años, por ejemplo antes se permitía que la pierna que avanza al momento de tocar el piso estuviera flexible, en la actualidad esa regla cambio, y ahora se exige que este completamente recta al momento del primer contacto con el suelo hasta que se encuentre en posición vertical.
Algunas otras reglas se han cambiado, pero la que se considera básica y sigue sin modificación alguna es la siguiente. El atleta debe mantener contacto con el piso durante su marcha progresiva de pasos. Una vez que pierda contacto con el piso entonces paso de marchar a correr, en el argot de los marchistas se dice, esta volando o flotando y eso será penalizado. Sin este requisito la marcha ya no es marcha y el que no sea capaz de cumplirla mejor debe dedicarse a correr.
Me encanta esta regla o requisito, que debe ser igualmente aplicada a nuestra marcha por la vida, primero, para no olvidarnos que nuestro paso por aquí requiere paciencia, no nos premiaran por vivir la vida aprisa o locamente, en segundo lugar deberíamos tener esta regla presente cuando tengamos relativo éxito en la vida. Te va bien en la escuela, estas teniendo un negocio creciente, estas triunfando en tus proyectos, siempre existe la tentación de flotar o volar, no se te olvide que debes tener al menos un pie sobre la tierra, o de otra manera te penalizaran y terminaras aterrizado, el problema de despegar los dos pies es que luego de flotar te empiezas a elevar y entonces perdiste y te perderemos.
Despacio que llevamos prisa, un pie yendo por mas, pero el otro sin perder el piso.
Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante Hebreos 12:1