Vivimos en una sociedad competitiva donde constantemente me estoy comparando con los demás. Una sociedad que idolatra a personas que tienen autos caros, que siempre van a la moda, que tienen la casa más grande...
El peligro es el efecto contagio: si no me vuelvo igual de codicioso que aquellos que poseen grandes fortunas, corro el riesgo de ser tachado de vago, o de mediocre.
Poco a poco, se va censurando un estilo de vida simple y sencillo, sin grandes lujos, de quien vive con lo que tiene y es feliz.
«Las cosas más importantes de esta vida no son cosas» (Albert Cañigueral).