El capricho es un antojo pasajero que uno se forma sin razón, un deseo sentido por una persona que ni sabe ni se preocupa de descubrir su causa.
Y por eso mismo es un acto imperfecto de la voluntad debido a la falta de carácter, a una voluntad floja o a dejarse llevar por un antojo. Al permitirse caprichos, se reducen las posibilidades de actuar libremente porque la inteligencia se engaña llegando incluso a convencerse de algo que no es verdad ni razonable, y por otro lado, la voluntad se debilita, y se termina actuando contra lo normal.