Ya que la mies en el mundo es mucha, debemos buscar medios para compartir el evangelio de Jesús con los demás. Basado en Mateo 9: 27-38.
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Mateo 9: 27-31; 35-38
27 Cuando salió Jesús, lo siguieron dos ciegos, diciéndole a gritos: —¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!
28 Al llegar a la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: —¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: —Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: —Conforme a vuestra fe os sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: —Mirad que nadie lo sepa.
31 Pero cuando salieron, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.
35 Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
36 Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
37 Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.»