No es de un pensamiento fácil ni de una reflexión fácil de llegar, pues el altar del que se habla no es para nada del que se pueda imaginar nadie, así como al hablar de ser un dios, una divinidad, arquetipizarse, asumir la divinidad, etcétera, no tiene nada que ver con lo que cualquier teología propugne, si es que alguna hace algo de eso, es, nuevamente, OTRA COSA, así que toca, pensar y sobre todo experimentar, por uno mismo.