Realmente muchas veces nos encontramos como dormidas, como inconscientes porque no nos damos cuenta de el gran tesoro que tenemos en nuestras manos al poseer la Palabra de Dios; del gran privilegio que tenemos al poder ir a Dios en oración hablar con Él y recibir sus bendiciones. Muchas veces es necesario humillarnos o en algunos casos que nuestro Dios nos humille para darnos cuenta de nuestra condición y poder así recapacitar y avivar un fuego que pueda durar y contagiar a otros. Lucas capítulo 15