Los problemas en la vida cotidiana, las malas experiencias, y todos los problemas por los cuales hayamos pasado pueden ser una excusa para estar a la espectativa y actuar de una manera que no sea precisamente la que nuestro Dios aprueba. Por qué nuestra vida y nuestras palabras, muchas veces son fingidas, pero es necesario primeramente obedecer a Dios y darnos cuenta que ya el mundo está muy lleno de gente falsa; Y que nuestra obligación como hijas suyas es mostrar a alguien real en quien se pueda confiar, y poder ser así usadas para llevar el evangelio de la forma transparente y poder alcanzar aquellos que no tienen esperanza.