No quiero solo ofenderte, sino también comprenderte, pero eres demasiado fuerte. He estado bajo tu yugo tanto tiempo que estoy harto, tengo ganas de romperte con los puños la quijada y decirte lo mismo que me dices tú, que no tienes derecho a decirme que no puedo, que nada de lo que me has dicho es cierto, y que lamento tu existencia. Edgardo Montero