Tan solo el recordar a nuestros amigos nos hace felices; asociamos a cada nombre un mar de emociones. En algunas épocas nos concentramos en una relación o en un tipo de relaciones y perdemos de vista a muchas personas que son parte de nuestra vida. Esto sucede sobre todo en aquellas épocas que vivimos en pareja, pues cuando conectamos profundamente con otra persona no somos dos sino uno solo, una entidad distinta que nace de la comunión. Eso es precisamente lo que amamos de la amistad: el ser algo más que una unidad. Edgardo Montero