Está es una afirmación que cuando la escuché de manera inmediata conecte con ella y en este episodio te comparto mi experiencia en relación a la forma en la que he ido alimentando mi espíritu a través de los años en tres diferentes etapas. Descubrí después de un ejercicio de introspección que las palabras que me digo y las que permito que me digan o escucho pueden nutrir mi espíritu de manera increíble o llenarlo de basura, como si se tratara de comida chatarra. Aprendamos a darle una dieta balanceada y empoderadora a nuestro espíritu.