Vivimos tiempos inciertos: enfermedades, crisis económicas, problemas familiares, soledad, presión social, y un mundo cada vez más alejado de Dios. Todo esto puede provocar desaliento, una sensación de cansancio interior, desesperanza y debilidad espiritual.
Pero Dios, a través de Su Palabra, nos dice: “No vivas desalentado”. El desaliento no debe gobernar nuestra vida, porque no estamos solos. ¡Tenemos al Dios Todopoderoso de nuestro lado!