El carácter y la condición del piadoso
Lea:
Salmos 1:1-3. 1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 3Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.
Observe:
El salmista comienza por el carácter y la condición del piadoso.
1. Conocemos a una persona por su carácter, en estos versículos se nos dice que podemos conocer a la gente mediante las normas que escoge para su conducta:
El hombre piadoso (v. l) no anda en consejo de malos. Se pone primero esta parte de su carácter, porque apartarse del mal es el primer paso por el que comienza la sabiduría.
Ve en torno suyo malhechores, de los que el mundo está lleno. Se describen aquí por medio de tres epítetos: malos, pecadores, escarnecedores.
Primero menciona a los malvados, carentes de temor de Dios. Cuando falta este temor de Dios, el hombre muestra ser pecador, en abierta rebelión contra Dios.
Segundo a los escarnecedores, desprecian todo lo sagrado, y se burlan de la piedad y toman a broma el pecado.
Tercero a los escarnecedores, no se sienta para participar con los burladores, lo cual equivaldría a asociarse con quienes promueven el reino de las tinieblas.
En cambio, la persona piadosa, para hacer el bien, se somete a la dirección de la Palabra de Dios, y se familiariza con (v. 2) la revelación de Dios y de su voluntad, y del único camino hacia la dicha en Él:
En su ley medita de día y de noche. El estudio y la práctica de la Ley de Dios es la delicia de la persona piadosa. El verbo hebreo para meditar significa literalmente musitar: leer y dialogar consigo mismo sobre las grandes cosas que la Biblia contiene, fijarlas en la mente y en el corazón y experimentar en la vida el sabor y el poder de ellas.
Aquí se muestra la seguridad que se da al piadoso de que ha de disfrutar de las bendiciones de Dios. El salmo comienza literalmente: «¡Oh, las bendiciones de todo aquel!» (el hebreo ashrey es plural).
Será como árbol, fructífero y floreciente, las bendiciones divinas producen efectos reales.
Es plantado junto a los medios de gracia, llamados aquí corrientes de aguas; de aquí saca el justo provisión abundante de fuerza y vigor, pero de forma secreta, oculta a las miradas de la gente.
Y su hoja no cae. Su follaje no se marchita, sino que son de hoja perenne.
Si la Palabra de Dios gobierna nuestro corazón, gozaremos de estos beneficios.
Ore:
Señor, ayudame a meditar “en tu ley de día y de noche”, que aunque viva en tiempos dificiles mis pensamientos permanezcan centrados en ti para encontrar la fortaleza necesaria, en el Nombre de Jesús, amén, amén y amén.